El Rey, el Rey, el Rey; gritaban muchos entusiasmados, eufóricos y llenos de mucha alegría por aquel hombre del cual habían recibido sanación, perdón, libertad, entre otras muchas cosas hermosas...La gente aupaba y reconocía que él era el que decía que era...entonces cabe la interrogante
¿cómo es posible, que ese mismo pueblo que lo aclamo con jubilo, lo entregase después a la muerte? , la respuesta válida a esa interrogante es; era necesario que todo ello se cumpliera para que la voluntad de Dios Padre se hiciese presente....Amén... Todo estaba escrito y a ese hombre que le gritaban el Rey, más tarde moriría por ti y por mi....Amén y amén...asiste hoy a la Eucaristía estimado amigo(a)
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