Amar a tus enemigos es un acto de fe...

Amar o amor son sencillamente 04 letras que tienen un poder maravilloso, con esas cuatro letras el mundo entero pudo librarse de la condena eterna, ya que, Jesús se entrego y murió por amor...pero qué es amor?, es difícil explicarlo, es complicado descifrarlo y más aún en corazones como los nuestros que muchas veces están pendientes del mal que nos haya hecho una persona para cobrárnosla de alguna manera el mal que nos hizo esa persona...Jesús es una muestra grande de ese amor infinito en su corazón cabemos todos a pesar que a veces nos equivocamos y caemos en el pecado, él siempre nos escucha nuestro arrepentimiento sincero y nos da nuevas oportunidades...somos nosotros capaces de hacer esto?, podríamos nosotros dar una nueva oportunidad a una persona que nos hizo mal?...contestemos esa pregunta muy adentro de nosotros mismos y reflexionemos acerca de ese amor que decimos poseer a nuestro semejante que por alguna razón se ha convertido en nuestro enemigo. Ahora bien, cuando pensemos en esto pensemos por un momento en lo siguiente...Cree usted que Jesús no perdono lo que Judas Izcariote hizo?, considera usted que Jesús no perdono por amor a los sacerdotes que lo condenaron a muerte?, considera usted que Jesús no perdono a Pilatos que teniendo el poder para no permitir su muerte lo entregó a morir en la cruz?. Cada una de estas personas Jesús las perdono al decir Padre perdónalos (yo agregaría por amor) porque no saben lo que hacen. Todos estos abiertamente eran enemigos de Jesús, le hicieron daño, lo maltrataron, sin embargo por amor él les perdono y es aquí donde Jesús nos llama amar a nuestros enemigos, él nos pide no guardar rencor en nuestros corazones por ellos, por el contrario hacerles bien sin importar lo que nos hayan hecho. Amigo lector, cada uno de nosotros recibe de Dios según lo que nuestro corazón guarda y si guardamos amor para nuestro prójimo eso vera Dios en nuestro corazón. El amor de Dios en nuestros corazones para con nuestros enemigos es un acto de fe, es un acto donde cada uno de nosotros creemos que Dios actúa para que su nombre sea glorificado. Amén y amén.