La Paz de Dios, una promesa hermosa...!

Dios ofrece al hombre la paz que el propio hombre no puede dar, muchas son las ocasiones donde en el momento de la Eucaristía el celebrante dice, la paz del Señor este con nosotros y muchos lo que hacen es responder sin pensar y con tú Espíritu..., no se trata de cuestionar ni reclamar a nadie es simplemente reflexionar acerca de esa Paz que Dios ofrece, es una Paz limpia, pura, sincera que llega a lo más profundo del corazón y deja al ser humano en un estatus de pasividad y consuelo hermoso. Cuando Jesús dijo a sus discípulos mi Paz os dejo y mi Paz os dois hizo una manifestación Divina de esperanza para el hombre, la Paz de Jesús es sinónimo de Esperanza y Fe, experimentarla es maravilloso, tenerla para uno es un acto de tranquilidad extrema. Para Jesús era importante antes de su partida que los hombres pudiesen experimentar esa Paz, y esa era su insistencia para que comprendiésemos que a pesar de no estar en cuerpo su Espíritu estará siempre con nosotros y entre nosotros, esa promesa de Jesús se ha cumplido por siempre y cuando un hombre busca a Dios encuentra en él esa Paz maravillosa que a veces se vuelve difícil describir, solo la expresamos con esa tranquilidad que Dios nos brinda.

La Paz de Dios de verdad es una promesa...pero cómo llegar a ella?, amigo lector esto implica dar una vuelta completa a nuestra vida, implica confiar en él, implica creer en él, implica entregar tus cargas a Jesús, reconocer que él es Dios y en él esta la vida eterna...cuando reconozcamos eso, de forma automática esa Paz de Dios entrará...cabe la pregunta y se mantiene constante?, la única forma que la fe, el amor, la confianza y la esperanza crezcan es cultivándola, es como un jardín de rosas rojas hermosas sino se cuidan se marchitan, sino se riegan se dañan...así es la Paz de Dios para tenerla nuestra comunicación con él debe ser permanente..y cómo? leyendo la Biblia, asistiendo a Misa o participando de alguna manera en comunidad cristiana en la búsqueda constante de Dios para crecer. Amén y amén.